No
tenemos una 2ª oportunidad de causar una buena impresión.
¿Cuantas
oportunidades se pierden por una primera mala experiencia con el producto o
servicio recibido?
Si
tan difícil es predisponer a tu cliente a que pruebe lo que le ofrecemos,
cuidemos al máximo esa primera impresión.
Sirva
como ejemplo para ilustrar este comentario la siguiente experiencia, recientemente
una conocida marca de cervezas llamo mi atención al incluir en su envase un
indicativo que cambiaba de color cuando el producto estaba en su grado óptimo
de temperatura. Pero lo que llamo mi atención es que el producto que me
sirvieron, pues lo consumí en una cafetería, no alcanzaba dicha temperatura y
así lo mostraba el indicativo.
Pensé
que seria un tema puntual en ese local, y en la siguiente oportunidad que tuve,
pedí dicha cerveza para comprobarlo. El
resultado fue el mismo, según el indicativo
el producto no alcanzaba la temperatura optima. No parece muy coherente
indicarle al cliente la mejor forma de consumir un producto y no ofrecérselo en
esas condiciones.
Desconozco
si es un problema técnico, si no se ha
concienciado y formado bien a la restauración, si este es el canal apropiado
para dicho producto u otro motivo. Como cliente me da igual, con el agravante
para la marca que su imagen ha salido deteriorada en el momento de la verdad con
el consumidor. Algo inicialmente positivo produce el efecto contrario.
¿Tiene
sentido tirar por la borda esfuerzo, buenas ideas, inversión, para que en el
momento de la verdad no cumpla las expectativas?
O
quizás el esfuerzo a realizar y los riesgos son superiores al valor que vamos a
recibir.
Si
en nuestra relación diaria con nuestro cliente, ya seamos distribuidores o
fabricantes debemos cuidar los detalles para conservar e incrementar si es
posible su confianza, esto se convierte de vital importancia en una primera
experiencia.
En
cualquier caso no debemos olvidar que restaurar una mala imagen es mucho mas
costoso, si se consigue, que alcanzarla de primeras.