Es
habitual oír, que el valor diferencial de la marca es la investigación, la
creación, el desarrollo, la búsqueda de soluciones a las necesidades de los
clientes, en definitiva la innovación. Cuando esto ocurre, si además somos el
primero en posicionarnos en la mente del cliente, el éxito está garantizado.
Por
el contrario si esa novedad no supone, mejora o solución alguna, está abocada
al fracaso. La realidad nos muestra que más del 80% de los nuevos lanzamientos
de productos, fracasan antes del primer año de vida.
En
la sociedad y momento que vivimos, en continuo cambio, a velocidad de vértigo,
la innovación es en sí el cambio. Solo hace falta echar la vista atrás 10-15 años, donde no se nos hubiera ocurrido
imaginar blogs, redes sociales, sms, WhatsApp, etc. como
formas habituales de comunicarnos.
El
problema es cuando aplicamos literalmente el significado que da la Real Academia a innovar “introducir
algo nuevo (en una cosa)”.
No
basta con introducir algo nuevo, un ingrediente, sabor, color, olor, etc. El
verdadero significado de novedad, es ser el primero en ofrecer soluciones
nuevas. Los dos motivos fundamentales del fracaso en el lanzamiento de un
producto son, que el producto no sea percibido como diferente y que no
satisfaga ninguna necesidad.
La
pregunta es obvia, ¿nos planteamos como motivo decisorio a la hora de lanzar
nuevos productos si estos realmente son diferentes u ofrecen una solución a una
necesidad?
O
lo que ocurre es que utilizamos la extensión de línea y no la innovación, como
una forma de:
·
Intentar dar
respuesta a lo que el cliente nos demanda como marca, ser innovadores.
·
Mantener nuestro
estatus quo en el mercado, nuestra cuota de posicionamiento y visibilidad.
·
Aparentemente
mantener el nivel de producción.
·
Conseguir o
mantener espacio en el lineal.
Ahora
bien, si el cliente no nos percibe como innovadores, conduciéndonos a una
pérdida de imagen como marca, lo que conllevará una reducción en los lineales,
que se produzca canibalismo entre nuestra oferta de productos y esto derive en
problemas de producción y en nuestra cuenta de explotación, habremos convertido la falsa innovación en un huida hacia adelante. ¿Durante
cuánto tiempo?
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